Escrito por: Watchman Nee
Cuando el Señor Jesús murió en La Cruz , Él derramó su Sangre, dando así Su vida impecable para expiar nuestro pecado y para satisfacer la justicia y la santidad de Dios. Hacerlo era prerrogativa exclusiva del Hijo de Dios. Ningún hombre pudo tener parte en ello. Las escrituras nunca dicen algo así como que nosotros derramamos nuestra sangre juntamente con la de Cristo. En la obra expiatoria delante de Dios, Él actuó solo; Ningún otro pudo tomar parte. Pero el Señor Jesús murió no solo para derramar Su Sangre; murió para hacer que nosotros pudiéramos morir. Murió como nuestro Representante. En Su muerte, Él nos incluyó a ti y a mí.
Nosotros solemos usar los términos ‘sustitución’ e ‘identificación’ para describir estos dos aspectos de la muerte de Cristo. El Señor Jesús me incluyó a mí en Su muerte. Es la muerte ‘inclusiva’ del Señor lo que me coloca en una posición para identificarme, no es que yo me identifico para luego ser incluido. Lo que