Escrito por: Luz Miriam Scarpeta
“Si el hacha pierde su filo, y no se vuelve a afilar, hay que golpear con más fuerza. El éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada” Eclesiastés 10:10
Cuenta la historia que había dos leñadores en plena faena con sus hachas de cortar leña, en el bosque. Uno de ellos, incansablemente golpeaba un árbol y después otro árbol, sin apenas parar para limpiarse el sudor de la frente.
Pero al final del día no había cortado ni siquiera un 50% de leña, de la que era capaz de talar el otro leñador. El cual, a cada rato, paraba unos minutos y se sentaba a descansar en una espesa sombra, que le ofreciera cualquier árbol en pie.
El primer e incansable leñador no comprendía como él, trabajando sin parar durante toda la jornada, cortaba menos leña que el segundo leñador. Pero ¿Sabes lo que hacía el segundo leñador, mientras se paraba a descansar? ¡AFILABA SU HACHA!
Se necesita más esfuerzo para cortar leña con un hacha sin filo. Es menester que aprendamos a trabajar con mayor inteligencia y no con mayor esfuerzo. A veces pensamos que el trabajo duro es el que da éxito, pero hay muchas personas que trabajan duro, y sin embargo, no lo tienen.
En nuestro día a día, desarrollamos muchas actividades, algunas de forma repetitiva, otras ocasionales, pero en ese ir y venir de cosas y en el afán de resolver lo urgente, pasamos por alto lo importante, olvidándonos así de afilar el hacha con la que estamos trabajando cada día.
"»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" Juan 15:5
© Chalo Jiménez, Mayo de 2008. Derechos Reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización del autor.
Comentarios