Escrito por: Gonzalo
Jiménez
“...Unges mi cabeza con
aceite...” Salmos 23: 5b RV60
David el gran personaje
Bíblico, cuando era joven tuvo como oficio ser Pastor de Ovejas, por encargo de
su padre. David sabía muy bien cómo cuidar un rebaño, si se trataba de librarlo
de las garras de un oso o un león reaccionaba con furia, 1 Samuel 17:34-35,
pero hay situaciones que vivían las ovejas donde había que actuar con
inteligencia. Aunque la mayor parte del año las ovejas son animales tranquilos
y pacíficos, además de los ataques de las fieras salvajes, las ovejas viven
episodios que pueden ser mortíferos:
Ataques de insectos: Los
insectos pueden llegar a ser muy incómodos para las personas, pero para las
ovejas, los insectos como las moscas de la nariz pueden ser mortales,
particularmente en el verano. Las moscas depositan huevos en las membranas
blandas de la nariz, esos huevos se convierten en larvas con forma de gusano y
vuelven locas a las ovejas. Para librarse de las molestias las ovejas golpean
su cabeza contra los árboles y hasta rocas, la oveja puede morir en su esfuerzo
por hallar tranquilidad. Si ven un enjambre de moscas, las ovejas corren
agitando la cabeza por mucho tiempo, al punto que no comen, ni duermen, los
oídos y los ojos también son susceptibles al tormento de los insectos, si el
pastor no toma medidas su rebaño puede dispersarse o morir.
Evitar daños en un
Conflicto: Durante el periodo de celo los carneros presumen por los prados y
doblan la cerviz llamando la atención de las hembras, cuando captan su mirada,
levantan la cabeza y coquetean. En ese momento aparece otro pretendiente y
envían una señal a la hembra, para que se aparte, la situación puede ponerse
fea. Los dos carneros bajan la cabeza y empieza una disputa a la antigua. Los
machos se enfrentan, se levantan sobre sus patas traseras y chocan sus enormes
cuernos unos contra otros. Eventualmente, uno de los carneros termina
sometiéndose.
Sanar las heridas: La
mayoría de las heridas que tiene una oveja son consecuencia de la vida en la
pradera. A menudo las ovejas quedan con sus cabezas atrapadas en zarzas y se
hieren tratando de desenredarse. Espinas que se encarnan, o heridas de rocas, o
el haberse rascado en forma muy ruda contra el tronco de un árbol. Las ovejas
se hieren.
Increíblemente para estas
tres distintas situaciones que ponen en riesgo la vida de las ovejas la
solución es la misma: Ungirlas con aceite, tal como menciona en Salmos 23: 5b
“Unges mi cabeza con aceite”
Primero, cuando son
atacadas por las moscas de la nariz, el pastor debe ungir a la oveja. Le cubre
toda la cabeza con una mezcla hecha de aceite y perfume, ese aroma hace que los
insectos no se acerquen y las ovejas puedan estar en paz; Segundo, cuando están
en celo para evitar las heridas producidas al enfrentarse a otro carnero el
pastor los unge con aceite. Les esparce esa sustancia que es resbalosa para que
sus cabezas se deslicen y no se hagan daño al golpearse; Tercero, el pastor
unge con aceite a las ovejas para las heridas, las inspecciona en busca de
cortes y magulladuras. No quiere que las heridas de hoy se conviertan en una
infección.
Este versículo tiene más
de tres mil años de ser escrito y es increíble saber cómo nos puede ayudar hoy.
Nosotros somos las ovejas
y el Señor Jesús nuestro Pastor. Seguro nosotros no luchamos contra las moscas
de la nariz, pero si podemos ser tentados a través de nuestros sentidos, ojos,
oídos, nariz, la tentación funciona como los huevos que ponen las moscas y
luego se convierten en pequeñas y molestas larvas, el pecado puede comenzar con
pequeñas cosas y puede terminar llevándonos a momentos de desesperación, dando
como resultado que nos dispersemos del rebaño o la muerte espiritual. También
tenemos conflictos y lo peor es que actuamos de manera más irracional que los
animales. Las grandes ciudades del mundo tienen altos índices de mortalidad y
las estadísticas dicen que muchas de esas pérdidas se dan por la intolerancia.
La falta de perdón y el resentimiento nos pueden llevar a venganzas sin
sentido. Y por último las distintas situaciones que se nos presentan en la vida
nos llevan a ser ovejas con muchas heridas, nos enredamos como las ovejas muy
fácilmente y cuando nos libramos quedamos lacerados y rotos.
Hoy más que nunca debemos
decirle al buen Pastor “Unge con aceite mi cabeza” no en el sentido literal,
pero si en el sentido espiritual. El Espíritu del Señor es nuestra unción. Él
nos Santifica, nos vivifica, el Espíritu Santo es nuestro Aceite de gozo
espiritual. Señor Jesús con tu Santo Espíritu líbranos de la tentación,
permítenos tener un corazón manso y humilde y sana nuestras heridas.
“Reconozcan que el Señor
es Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado!” Salmos 100:3 DHH
Comentarios