Escrito por: Myles Munroe
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" Génesis 1:26
Aquí en esta declaración está la fuente y la raíz de la verdadera libertad... y también la fuente del mismo significado de la palabra: libertad para señorear. La verdadera libertad, entonces, es "la libertad para dominar la Tierra por medio de nuestros dones y talentos, únicos para el cumplimiento del propósito de Dios para nuestras vidas". En esencia, cada persona fue creada por Dios para dominar el ambiente a través de sus dones y talentos personales, en búsqueda del cumplimiento del propósito personal de Dios para su vida, y para servir a otros con dicho propósito.
La libertad es entonces la licencia para cumplir la voluntad de Dios al servir a otros con el don dado con dicho propósito, sin restringir o controlar a otro mientras dicha persona cumple su propósito y sirve a los demás.
Es también importante observar que las instrucciones de Dios especifican qué es lo que dominará el hombre y qué no. El hombre no aparece en la lista.
La verdadera libertad es al autodescubrimiento, al propósito personal de cada uno, y la licencia para ir tras el cumplimiento de ese propósito según las leyes y principios establecidos por Dios, sin impedir que otros hagan lo mismo. En esta definición, la implicancia más importante es la de la responsabilidad personal.
Esta definición naturalmente establece que toda dominación del espíritu de otra persona viola la ley natural de Dios. Esta será nuestra definición de libertad en este libro. ¿Quiénes son los primeros de cada generación a quienes se les ocurre la idea de que ser libres no es solo un valor que atesorar sino también la cosa más importante que podrían poseer? Los esclavos, claro está.
Cuando la opresión se convierte en una condición mental la libertad física no alcanza.
Para comprender la libertad por completo debemos conocer mejor la condición conocida como esclavitud. Como indica Orlando Patterson:
“La esclavitud es la dominación permanente, violenta y personal de personas alienadas desde su nacimiento y en general deshonradas. Es primero una forma de dominación personal. Un individuo está directamente bajo el poder de otro o de su representante. En la práctica, esto por lo general trae aparejado el poder de la vida o la muerte sobre el esclavo. Segundo, el esclavo siempre es una persona incomunicada. No pertenece a la comunidad legítimamente social o moral; no tiene existencia social independiente, y existe solo para y a través de su amo. Está alienado. Tercero, el esclavo está en perpetua condición de deshonor. Y más aún el amo y su grupo, como parásitos, ganan honor al degradar al esclavo.”
Ningún debate sobre la esclavitud estará completo sin un claro entendimiento de la naturaleza de esta. Este espectro de la esclavitud no se limita a la opresión física, sino también a la espiritual. El concepto bíblico es el de la raza humana que cae bajo el yugo esclavizante del príncipe de las tinieblas como resultado de la rebeldía y desobediencia de Adán, el ancestro de todos los seres humanos. El impacto de la esclavitud es el mismo en todas las circunstancias, mental, espiritual, física, cultural, individual, comunitaria o nacional. Todo intento por limitar, controlar, impedir, restringir, inhibir o detener el cumplimiento del propósito y voluntad de Dios en la vida de otro, significa rebeldía contra Dios. Y esto se llama maldad. Rebelión equivale al pecado de la brujería, que se define como todo intento por controlar la voluntad y el espíritu de otro. En toda situación de opresión, surge el grito por la libertad.
El impacto de la esclavitud no se limita al daño físico causado en el esclavo sino al daño más diabólico, el mental. Este es el elemento más trágico de la esclavitud física y espiritual. De hecho, el objetivo del opresor es siempre la esclavitud mental, también conocida como “quebranto del espíritu". Es la rendición de la esperanza en el espíritu humano y conforma el aspecto más peligroso de la opresión.
Cuando la opresión se convierte en un mal que afecta la mente, la libertad física no alcanza. Este es el principio esencial que trataremos en este libro. La mente es la llave a la vida: "Porque cual es su pensamiento en su corazón tal es él" (Proverbios 23:7).
Por eso nuestro estado mental es más importante que el estado físico. No somos libres hasta tanto sea libre nuestra mente. La libertad es una condición mental, antes de ser una manifestación física. Esta es la base de la afirmación efectuada por el hombre más sublime, el Príncipe de Paz, la fuente de la verdadera libertad –Jesucristo- cuando presentó su propuesta sobre la libertad, recogida por su discípulo en Juan 8:32:
"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".
La fuente de la libertad, según dice Jesús, no es la legislación, ni una llave que abra un candado, sino el conocimiento y el descubrimiento, de la información que tiene el poder de liberarnos en nuestra mente. Si el hombre es lo que piensa, entonces no será libre hasta que piense en libertad.
Por ello es posible vivir en libertad y no ser auténticamente libre. Porque vivir en libertad implica no tener restricciones físicas. Vivir en libertad es quitar al oprimido del ambiente en que gobierna el opresor. Vivir en libertad es separar al esclavo de la condición física de la esclavitud. Una de las mayores causas de frustración y decepción en la vida humana, especialmente entre quienes han sido víctimas de la opresión y el abuso históricos, es que confunden la libertad verdadera con Vivir en libertad. La libertad no equivale a vivir en libertad. Vivir en libertad nos prepara para la verdadera libertad.
Muchas naciones forjadas en el fuego de la opresión, emergentes del polvo del colonialismo y la esclavitud, siguen luchando, después de años de haber logrado la independencia, por encontrar el trofeo de la verdadera libertad. Algunos de los que han confundido la liberación con la libertad siguen bajo el peso de la esclavitud mental.
Tomado del libro “EN BUSCA DE LA LIBERTAD” Myles Munroe.
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