Escrito por: Dawlin A. Ureña
Nosotros los cristianos esperamos con ansias la llegada de las Navidades en todo el mundo para dar riendas sueltas a nuestra alegría al recordar el nacimiento de nuestro Salvador. Sin embargo, para un observador imparcial, la forma en la que se celebran las Navidades podría resultar reprochable, especialmente en las grandes ciudades, donde la gente celebra de maneras que no podrían nunca ser consideradas cristianas.
La palabra Navidad es procedente de la palabra “Natividad”, la cual significa “Nacimiento”. En otras palabras, sin importar con cuáles otras celebraciones de fin de año coincidan las Navidades, es indudable que la celebración de las Navidades alude a un “Nacimiento”. ¿El nacimiento de quién? El Diccionario de la Real Academia Española, en su definición de “Navidad” nos proporciona la respuesta: “Navidad: Natividad de Nuestro Señor Jesucristo; Día en que se celebra” Diccionario de la Real Academia Española. Espasa, España, 1996. Pág. 776.
Dicho esto, es apropiado también decir que a través del paso del tiempo se han agregado muchas costumbres tradicionales a la celebración de las Navidades. Estas adiciones socavan la celebración auténtica del nacimiento de nuestro Señor y Salvador. El materialismo que día tras día más y más rodea esta celebración obviamente nos dirigen a lo superficial, material y mundano. Durante las Navidades las tiendas reportan ventas récords de alcohol, el uso de drogas aumenta desmesuradamente y la gente parece solamente estar concentrada en la diversión.
¿Nació Jesús el 25 de diciembre?
Los estudiosos bíblicos no tienen ni idea de cuándo pudo haber ocurrido el nacimiento de Jesús. Por más de 300 años los cristianos primitivos observaron días diferentes. En el 354 después de Cristo el Obispo Liberio de Roma ordenó a los creyentes celebrar el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre. El Obispo escogió tal día porque muchos en Roma ya celebraban ese día como festivo y lo dedicaban a Saturno. Sin embargo, las Navidades no son, como muchos alegan, históricamente descendientes de la celebración romana llamada Saternalia, la cual incluía excesos carnales extravagantes. La explicación del Obispo fue que había escogido este día para contrarrestar la celebración pagana ya existente, y para comenzar a cambiar la tradición y para cristianizar la fecha. A partir de ese momento, debido a la hegemonía romana en el mundo, los cristianos fueron poco a poco adoptando tal día como el escogido para la celebración del nacimiento de Cristo.
Celebrar el nacimiento de Cristo, aún cuando no sabemos a ciencia cierta cuándo ocurrió en realidad, no es malo en lo absoluto. Ese es el día escogido para recordar su nacimiento. Eso es lo importante.
Costumbres paganas y tradiciones que desvirtúan las Navidades
Es increíble pensar que por tantos años la gente celebró las Navidades ÚNICA y EXCLUSIVAMENTE como una fiesta religiosa. Sin embargo, recientemente hemos adoptado costumbres que no están relacionadas con la iglesia y la tradición cristiana en lo absoluto. Durante la Edad Media, en Inglaterra, los cristianos celebraban las Navidades y era la época que definitivamente traía más alegría y comunión en todo el año. Mucha gente se extralimitaba y llegó un punto cuando la gente comenzó a confundir la alegría mostrada por la mayoría cristiana, y aprovechaban y se daban al alcohol y a la prostitución. Las barras y los cabarets se abarrotaban de clientes y unos cristianos llamados “puritanos” decidieron suspender completamente la celebración de las Navidades en Inglaterra. Se pasó una ley y en 1643 se suspendió la celebración. Más tarde este decreto se suspendería, por supuesto.
La celebración navideña que llevamos a cabo en Estados Unidos y en la mayoría de las ciudades grandes de Latinoamérica son una combinación de varias costumbres y tradiciones que provienen de diferentes culturas europeas y en algunos países, tales como República Dominicana, Cuba y Puerto Rico, hasta se notan influencias africanas. En nuestro caso, como cristianos que somos, sería bueno y provechoso eliminar al menos las más nocivas de estas tradiciones y costumbres de nuestra celebración. Cualquier cosa que no dé la gloria a Cristo debe ser eliminada.
Dicho esto, es bueno dejar claro que no debemos caer en extremos. En los países latinoamericanos existe gente que es como los fariseos de los tiempos de Jesús, que creen que la santidad es externa, mientras en su corazón está lleno de orgullo. “¡Yo soy santo!”, es lo que dicen. No estando conscientes que la santidad solamente se obtiene mediante la limpieza del corazón, no gracias a las apariencias.
¿Y qué de los árboles de navidad? ¿No son ellos una tradición pagana?
Existen varias historias acerca del origen de los árboles navideños. Hubo un tiempo que la gente de Escandinavia hasta los adoraba. Otras culturas, incluyendo a los romanos, quienes adoraban cientos de dioses, creían que los ramos verdes de los árboles traían buena suerte. Por su parte los alemanes fueron los que probablemente usaron los árboles como decoraciones navideñas. Pero hasta en los tiempos bíblicos ya existía una costumbre parecida. Después de todo, es el estándar bíblico el que debemos usar para decidir positiva o negativamente.
“Oíd la palabra que ha hablado Jehová acerca de vosotros, oh casa de Israel. Así ha dicho Jehová: “No aprendáis el camino de las naciones, ni tengáis temor de las señales del cielo, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad: Cortan un árbol del bosque, y las manos del escultor lo labran con la azuela. Lo adornan con plata y oro; lo afirman con clavos y martillo para que no se tambalee. Son como un espantapájaros en un huerto de pepinos. No hablan; son llevados, porque no pueden dar un paso. No tengáis temor de ellos, porque no pueden hacer daño ni tampoco tienen poder para hacer bien.” Jeremías 10:1
Es totalmente obvio que en este caso bíblico aludido por el profeta Jeremías, esta gente cortaba los árboles, los decoraba ¡y los adoraba! Pero la Palabra del Señor instruía a su Pueblo a no se dejaran influir por estas costumbres paganas, ya que no tenían el poder que la gente reclamaba que tenían ni eran capaces de hacer las cosas que sus adoradoras creían. El Señor claramente le hace saber a su Pueblo que no hay poder en los árboles. El mal se encontraba en la adoración de los árboles, tal y como está el mal en la adoración de una estatua (Buda), una fotografía de Jesús, una imagen de la virgen María o cualquier otro objeto.
La conclusión práctica es que el mal no yace en colocar los árboles de navidad. Si nosotros colocamos y decoramos un árbol con escenas del nacimiento, evidentemente estamos recordando el nacimiento del Salvador, ¡NUNCA alabando al árbol mismo!
Una iglesia en crecimiento compra un edificio que no fue fabricado para ser un templo, sin embargo la congregación da gracias a Dios por bendecirlos con una nueva edificación donde pueden alabar con mayor amplitud. Una iglesia en crecimiento usa artefactos como altos parlantes o bocinas e instrumentos que no fueron creados con la finalidad exclusiva de adorar a Dios, pero tan pronto estos instrumentos y equipos electrónicos son obtenidos por la iglesia y “separados” para el servicio del Creador, éstos quedan automáticamente santificados, y no deben ser usados para otros fines que no sean los de la alabanza a Dios. Sin embargo, muchos dicen que no debemos escuchar merengues, salsas, cumbias, o rock cristianos, “porque esa música no es de Dios”. ¿Pues son los instrumentos musicales fabricados para Dios desde el principio? ¡No! Ellos son santificados y separados para el servicio una vez son obtenidos con el dinero del pueblo Santo y usados en las alabanzas del Salvador. Un merengue o un Rock pueden ser compuestos para alabar, y el hecho de que sean merengue o rock, no los hace inaceptables ante Dios.
Lo mismo podría decirse de los árboles. Es el propósito con que se coloque el árbol en la casa, el que determina si es aceptable antes Dios o no lo es.
Cuando Caín y Abel trajeron sus sacrificios, el de Caín no fue agradable a Dios no porque fuera el fruto de la tierra. ¡No! La razón fue porque Caín no le trajo la primicia de sus frutos a Jehová. Abel sí lo hizo. Dios no anda buscando ovejas en vez de frutos de la tierra. ¡Él anda en busca de siervos que le alaben en espíritu y en verdad! Sea con un árbol, un merengue, una oración, una danza, una tambora, una trompeta, o a cappella.
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