Escrito por Gonzalo
Jiménez
“…así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20: 28
Dos hechos marcarían su
vida para siempre, la primera experiencia la vivió de niño, algo que comenzó
como un juego terminó en una ardorosa pelea en la que Desmond ganó cuando
golpeo gravemente en la cabeza a su hermano con una roca. La segunda siendo
adolescente cuando su padre maltratador y alcohólico lleno de frustraciones y
traumas, provocados por la primera guerra mundial, intento asesinar a su madre
con un arma de fuego.
Aunque estas dos
dramáticas situaciones no terminaron en tragedia mortal, si marcarían para
siempre el corazón de aquel joven, quien decidió desde ese momento nunca usar
un arma para destruir un alma, bajo el precepto Bíblico de “No Mataras” de
Éxodo 20: 13 enseñado y recalcado por su afectada madre.
1945 Desmond Doss, vive
en una época donde ir a la guerra era casi obligatorio, aunque fuera ir a una
muerte segura; ese era el concepto del deber y el honor muy marcado de la
Norteamérica de los años cuarenta. Algo que, visto hoy en día, esta pasado de
moda.
Ingresa al ejercito con
la fuerte convicción de un objetor de conciencia, que colabora con el ejército
de los Estados Unidos como asistente médico de combate. Ya en el campo de
entrenamiento militar es humillado de forma continuada al negarse a empuñar un arma.
Superada la dura prueba de la instrucción táctica, es enviado a la sangrienta batalla
de Okinawa, a la primera línea de fuego del frente japonés, es difícil
describir con palabras lo que sucede, realmente es un infierno en la
tierra. La brutalidad y ferocidad de los
combates y la intensidad de los disparos dio como resultado la batalla con más víctimas, militares y
civiles, en toda la Segunda Guerra Mundial: se dice que la totalidad de
los fallecidos supero un cuarto de millón de seres humanos. Sin embargo,
Desmond Doss revestido de fe y determinado al cumplimiento de sus creencias, bajo el constante fuego
enemigo en el acantilado de Maeda nos presenta un contraste entre lo dantesco y
la no violencia. Allí mismo y sin demora se dedica a rescatar a sus compañeros
mutilados, sin hacer un solo disparo.
Este valiente hombre que,
al comienzo por no portar armas en el frente, fue objeto de burlas y
persecución, ahora se convertía en la última carta de salvación para sus
compañeros. Él es un personaje real, un verdadero loco que, en lugar de matar,
salvo 75 vidas en medio de una cruel batalla, sin utilizar un arma y por esto Desmond
Doss fue el primer americano condecorado con la Medalla de Honor en combate por
el presidente Harry S. Truman, sin disparar ni un solo tiro.
Este drama bélico, basado
en una historia real, fue llevado con éxito al cine en 2015, bajo la dirección
de Mel Gibson
No puedo evitar pensar en
Nuestro Señor Jesucristo, quien abandono la comodidad del cielo, para venir a
esta zona de guerras, peleas y divisiones, a salvarnos. Vino El mismo a
derrotar la muerte, no vino a matar sino a “dar Su vida en rescate por muchos”
Mateo 20: 28. Los judíos de aquella época esperaban un Mesías armado hasta los
dientes para librarlos del poder opresor de Los Romanos, pero su misión fue más
allá, se adentró en el propio infierno para librarnos a todos del lazo opresor
de Satanás.
Jesucristo vino a salvar
las almas de todos los tiempos, cargo sobre sus hombros la iniquidad de miles
de naciones culpables, como si fueran un solo hombre y los llevo hasta la cruz.
Sin una sola arma, su
Palabra fue suficiente para “cortar y penetrar hasta lo más profundo del alma y
del espíritu, hasta la médula de los huesos y juzgar los pensamientos y las
intenciones del corazón” hebreos 4: 12. Allí mismo cuando un pecador se encuentra
con El queda partidos en dos.
Pero esa salvación debe
llegar a todos, por eso el mismo El Señor impartió la orden: “Por tanto, vayan
y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he
mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin
del mundo” Mateo 28:19-20 (NVI)
Ahora bien, a diferencia
de Desmond Doss que fue solo al rescate de muchos, nosotros tenemos la promesa de
la compañía celestial, así que adentrémonos en la fiera batalla de las almas y determinémonos
a traer de vuelta a familiares y amigos que andan dando tumbos hacia el
infierno. La victoria quedó asegurada en la cruz del calvario, sin demora, sin
temor cumplamos la gran comisión y recuerda tenemos que salvar Hasta El Último
Hombre, Hasta El Último Hombre.
“Y este es mi mandamiento:
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor
más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si
hacen lo que yo les mando” Juan 15:12-14
(NVI)
© Chalo Jiménez, mayo de 2008-2019. Derechos Reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización del autor.
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