Escrito por: Rick Joyner
Hay un principio fundamental en la construcción: el tamaño y la fortaleza de todo edificio los determinan el tamaño y la fortaleza de los cimientos. Si se va a levantar una casa o una cabaña pequeñas, pueden ser suficientes unos cimientos poco profundos. Pero, si se trata de un edificio grande, se debe excavar hondo para hacer unos cimientos sólidos. Muchas veces, se debe ir hasta encontrar roca pero, aun allí sigue el trabajo. Hay que perforar la roca, clavar pilotes y asegurarlos firmemente. Si no se hace así, el edificio se puede hundir, inclinarse, o puede colapsar bajo su propio peso.
Los mismos principios se aplican a las cosas espirituales. Debemos excavar y construir hacia abajo, antes de subir y edificar hacia lo alto. La cantidad de paciencia que usemos en la excavación, determinará la grandeza de lo que construyamos hacia arriba. Las ruinas de ministerios, iglesias e individuos que fracasaron en poner los cimientos adecuados, dan fe de la verdad e importancia de este punto.
Albert Einstein hizo una observación que puede ser tan importante como su famosa Teoría de
Es crucial que dediquemos tiempo y energía a poner los cimientos de manera apropiada pues habrá poca utilidad si no colocamos el fundamento correcto. Poco después de convertirme, me encontré en una comunidad que enfatizaba la revelación del Cuerpo de Cristo. Esta fue una revelación emocionante y de gran valor y comencé a construir mis bases sobre ella. Se agregaron muchos otros aspectos de verdades cristianas a mi vida, pero el énfasis era la iglesia. El "edificio" creció y creció, y también velozmente mi ministerio. Sin embargo, ¡luego, las cosas principiaron a tambalearse! Sabía que algo estaba torcido, mas no podía descubrir qué era. Todo parecía escritural, no había grandes pecados en mi vida, pero me esforzaba cada vez más y más para impedir que todo se derrumbara. Por medio de consejos sabios, el Señor reveló mis principios fundamentales como verdaderos y correctos, pero se suponía que debían ser parte del edificio, ¡no los cimientos! Había construido sobre las cosas del Señor, y no sobre el mismo Señor. Me encontré que adoraba el templo del Señor, la iglesia y no al Señor del templo; esto me hizo derivar hacia grandes extremos. Por tales motivos el apóstol declaró:
"…porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo." 1 Corintios 3:11
Por más maravillosas que puedan ser las revelaciones de Dios, solamente hay un fundamento ÚNICO—Jesús. Si construimos sobre cualesquiera otras verdades espirituales, nunca soportarán las presiones de la vida espiritual. Más pronto o más tarde, se desmoronarán y todo caerá en pedazos.
Hoy se enseñan bastantes doctrinas que llevan a los cristianos a diversos extremos. Muchas comenzaron como revelaciones oportunas para el Cuerpo de Cristo. En casi todos los casos los errores que se cometieron, no eran inherentes a la doctrina en sí. El problema se formó al procurar construir sobre fundamentos inadecuados. Algunos se dan sus mañas por pura tenacidad y mucho esfuerzo para salir adelante y escapar, antes de que toda la estructura colapse. Otros reconocen que algo está mal y comienzan de nuevo sobre el fundamento correcto.
Por lo general, se encuentra que el énfasis específico de una comunidad en su fundamento. Los apóstoles y predicadores del NT sólo tenían un mensaje: Jesús. Predicaban todas las doctrinas que se ministran hoy y quizás algunas más, pero la totalidad de la enseñanza se basaba en Él: "…en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" Colosenses 2:3. En un sentido más amplio, Jesús no sólo es el fundamento: ¡es todo el edificio! Todas las cosas se deben reunir en Él. La madurez espiritual no es apenas crecer en el conocimiento de ciertas verdades espirituales, "Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo." Efesios 4:15.
La labor de los apóstoles se dedicó a formar a Cristo en su pueblo. Hay una gran diferencia entre esto y hacer que la gente se conforme con ciertas verdades espirituales. Con gran discernimiento el historiador Will Durant, notó la diferencia entre Jesús y César: éste buscó transformar a los hombres mediante el cambio de las leyes y de las instituciones; Jesús cambió las leyes y las instituciones al cambiar a los hombres. El énfasis en las cosas exteriores puede producir algo así como una apariencia de piedad, pero en realidad, niega el poder de Dios. Todo énfasis que dé prioridad a alguien o a algo distinto de Jesús, conducirá a rituales carentes de vida. Todo se debe ver por medio de Él. Si buscamos ver a Jesús a través de algo, obtendremos una imagen deforme de Él.
Cuando las multitudes tuvieron hambre Jesús les dio lo que necesitaban. Tomó panes, los partió y los dio a la gente. Después de haber comido, sólo quedaron pedazos Juan 6:11-12. Esto, en cierto sentido, es un cuadro de
"Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente." Colosenses 1:17. En Cristo no hay pedazos, en Él todas las doctrinas encuentran su perfecta armonía. Hasta las más grandes doctrinas espirituales, si se enseñan como extremos aislados, fragmentarán las iglesias. Vistas a través de Él todas las doctrinas toman su perspectiva y equilibrio adecuados y se pueden enseñar y ministrar sin crear divisiones.
“Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo.” Hebreos 1:1-2.
Tomado del libro “HUBO DOS ÁRBOLES EN EL HUERTO” Rick Joyner.
Comentarios
Muy buen articulo.