Escrito por: Watchman Nee
Salmos 32:8-9 dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti”. Esto es muy significativo. No debemos ser como el caballo o como el mulo. Una mula necia puede ser entrenada para ir a donde su amo le indique.
Debería ser más fácil enseñar a los hijos de Dios a seguir la dirección divina que domar a un caballo. Un caballo, aun cuando haya sido domado, es considerado por Dios como una bestia “sin entendimiento”. Esto se debe a que el caballo sólo entiende la voluntad de su amo cuando es golpeado, empujado o llevado por las riendas. En cuanto a nosotros, debemos mirar el consejo que proviene de los ojos del Señor. Esto es algo que ni el caballo ni la mula pueden hacer. David dijo en este salmo: “te enseñaré... sobre ti fijaré mis ojos” (v. 8).
Debemos saber lo que el Señor está diciendo con sólo una mirada Suya. Debemos entender aun antes de que mueva Su mano, con sólo una pequeña mirada de Sus ojos. Prestemos especial atención a los ojos mencionados en este versículo. Una persona subjetiva no se identifica con este versículo. Hermanos y hermanas, no piensen que nuestra manera de ser y nuestro carácter son asuntos insignificantes.
Por favor, recuerden que si somos subjetivos, no podremos ser objetivos con Dios. Sin el debido entrenamiento, actuaremos de una manera subjetiva durante toda nuestra vida. No pensemos que repentinamente conoceremos la voluntad de Dios. Nosotros podemos estar satisfechos con ser como un caballo domado, pero Dios considera que un caballo y una mula no tienen entendimiento, aun después de ser domados. Esto quiere decir que no es suficiente con ser domados.
Tenemos que movernos tan rápido como se muevan los ojos del Señor. Tan pronto conozcamos el deseo de nuestro amo, debemos actuar. Tan pronto como Él nos dé una señal, debemos detenernos. Pero si estamos llenos de nuestras propias ideas, puntos de vista y conceptos subjetivos, nos será imposible responder a la dirección del Espíritu del Señor, movernos cuando Él se mueva y detenernos cuando Él se detenga.
El Señor a menudo quiere que nos detengamos, pero no lo hacemos. No podemos detenernos porque nuestro yo se ha involucrado en la actividad. Aquellos que buscan o hacen la voluntad de Dios tienen que controlar su yo. Debemos movernos cuando el Señor así lo quiera y detenernos cuando el Señor así lo desee. Tenemos que mantener nuestro yo a raya. Apenas seamos subjetivos el yo se involucra y entonces somos incapaces de parar cuando Dios así lo desee. Muchos tienen el doble problema de que al principio no pueden moverse, pero una vez que comienzan no pueden parar.
Estos son problemas serios, y el mayor problema que tenemos es nuestra subjetividad. Esto es lo que impide que la voluntad de Dios se manifieste a través de nosotros.
Entender la voluntad de Dios no tiene nada que ver con métodos, sino que depende del carácter de la persona. Uno no puede entender la voluntad de Dios simplemente porque alguien le indique la manera de conocerla. Esto no es posible. Sólo una persona con el carácter correcto y equipado con el método adecuado, puede conocer la voluntad de Dios. Si la persona no es la correcta, aunque tenga el método indicado no podrá conocer la voluntad de Dios.
Entender la voluntad de Dios tiene que ver con la persona. El simple hecho de contar con el método apropiado, no puede ayudarnos a entender Su voluntad. Esto no quiere decir que para entender Su voluntad no se requiera ningún método. Más bien, quiere decir que nuestra persona es el factor principal para entender la voluntad de Dios. Si no somos la persona adecuada, nada funcionará aunque tengamos el método correcto.
No debemos ser subjetivos. A fin de poder captar cada movimiento de Dios, tenemos primero que haber sido tocados por el Señor, y nuestra subjetividad tiene que haber sido subyugada hasta el grado que hayamos desechado todas nuestras opiniones. Si no podemos ser flexibles de modo que nos movamos y nos detengamos de acuerdo a la voluntad de Dios, no podremos entender Su voluntad ni podremos ser Sus siervos. Los siervos de Dios tienen que estar listos para seguir la voluntad de Dios.
Debemos ignorar las voces y exigencias que provengan del exterior, pues éstas no deben ser nuestra preocupación. Los requisitos básicos de un obrero del Señor son la flexibilidad y estar abiertos a seguir los cambios iniciados por Dios, Sus giros, Sus paradas, y a la forma que nos lleve. Esta es la única manera en que Dios puede guiarnos a Su camino.
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