Escrito por: Gonzalo
Jiménez
“Pero, cuando se cumplió
el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como
hijos.” Gálatas 4:4-5
NVI
La historia de Michael
Oher es realmente impactante, hablamos de un chico negro de una talla
increíble, que creció en un barrio pobre de Memphis, Tennessee, conocido como
el barrio del dolor por su inmensa pobreza. Todo jugaba en contra de Michael,
su padre fue asesinado luego de varias entradas a la cárcel, su madre
drogadicta, vivía más pendiente de la venta de alucinógenos que de su familia,
mientras Michael vivía en la indigencia.
Gracias a su habilidad
atlética un hombre mostró interés y lo llevó a un Instituto privado, allí dejó
perplejos a los directivos con su potencial deportivo. Michael alcanzaba los
1,90 de estatura y pesaba más de 100 kilos sin embargo se movía con agilidad.
Lo aceptaron, lo becaron y lo inscribieron en un programa especial, porque
académicamente no era muy brillante.
Pero vendría lo mejor,
tenía un compañero al cual su madre recogía y se percató de la situación. La
señora Leigh Anne una noche fría invito a Michael a su casa al notar que el
muchacho no tenía donde quedarse. Planteó el caso a su marido, Sean y con
generosidad primero acogieron y luego, tras un proceso largo y complicado
adoptaron al gigante. Esto es una historia de la vida real, que primero fue
plasmada en forma de libro y luego llevada al cine con éxito rotundo. Pero la
historia de Michael no acabó ahí, El joven se destacó como jugador
universitario y triunfó en la mejor liga del mundo, la NFL, con los Baltimore
Ravens. El jugador escribió su libro De la Indigencia al Sueño Posible y
Después.
Dos cosas resaltamos de
esta historia. Primero la importancia de esos héroes que, con generosidad
ejemplar, adoptan a aquellos a quienes la vida no ha sonreído y segundo, el
papel del propio adoptado, cuando sabe de dónde viene y la responsabilidad que
esto implica para con sus semejantes cuando se realiza en la vida.
Bien, de la misma manera
que ocurrió con Michael en el plano terrenal, ocurre con los que amamos al
Señor en el plano Espiritual.
Todo aquel que confiese
con su boca y reconozca en su corazón que Jesús es El Señor será llamado Hijo
de Dios, es decir al recibir a Cristo el creyente queda adoptado como hijo,
entra a formar parte de la familia de Dios y adquiere derechos de la herencia
Divina, una herencia gloriosa y eterna, digna de las riquezas y magnificencia
de Dios.
También aquí notamos dos
cosas. Primero, que la adopción divina es un acto del favor de Dios quien en su
infinita misericordia nos recibe como hijos. Segundo, la responsabilidad que
tenemos como hijos del Rey. Ahora como hijos tenemos completa confianza para
hablar cara a cara con Dios, no necesitamos intermediarios para dirigirnos al
Padre. Un príncipe no necesita recomendación alguna para ser recibido en
audiencia por el Rey, Su Padre. No solo somos amigos, ahora somos hijos de Dios.
Desde mi punto de vista
esta doctrina ha sido malinterpretada y mal usada. Es cierto que Dios ama a su
creación y que fuimos creados por ÉL, pero la Palabra de Dios nos enseña
claramente que no todos son hijos de Dios. Solo aquel que decide aceptar a Cristo
en su corazón recibe esa gracia. En Romanos
8: 14 El apóstol Pablo describe las características de un verdadero hijo de
Dios: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba!
¡Padre!»” ahora bien son pocos los creyentes que hacen uso de sus derechos como
hijos de Dios. Muchos son los que dicen conocer a Cristo y siguen viviendo en
la indigencia económica, moral y espiritual propia del pecado, con la boca
dicen ser hijos del Rey y con sus actos cambian de padre. Disfrutemos más del
hecho de ser hijos de nuestro Padre Dios.
“Más a cuantos lo
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de
Dios.” Juan 1:12
NVI
Comentarios