Escrito por: Chalo Jiménez
1 Juan 1:9 "Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad."
"La rosa sin espinas" así se conoció a Catalina Howard, nacida alrededor del año 1522. En su familia fue la segunda de cinco hijas y prima de Ana Bolena la segunda esposa del rey de Inglaterra Enrique VIII.
Ana Bolena le consiguió un empleo a su prima Catalina en el gobierno, trabajando en Calais para el rey de Inglaterra. Catalina fue enviada a vivir con su abuela quien administraba una casa de huéspedes y recibía a numerosos visitantes. Su abuela permanecía en la corte, así que Catalina pronto se vio envuelta en los gatuperios amorosos existentes en la mansión.
Con tan sólo doce años de edad, inició un romance con su profesor de música Henry Mannox, relación que se rompió cuando Catalina se enamoró de un joven secretario llamado Francis Dereham y se convirtieron en amantes, cuestión que pasó a ser del conocimiento de los huéspedes de la casa.
A finales de 1539, Catalina consiguió el empleo de dama de compañía de la cuarta esposa de Enrique VIII, la reina Ana de Cleves. Catalina con su atractiva adolescencia atrajo la atención del rey quien tenía casi 50 años. Enrique anuló su cuarto matrimonio con Ana de Cleves a mediados de 1540 y se casó con Catalina - que había sido su amante durante dos meses -. Fue su quinta esposa. Enrique llenó a su joven reina de joyas y otros regalos extremadamente caros. El rey ignoraba el oscuro pasado de Catalina a la que consideraba una dama tierna y virtuosa.
A pesar de las riquezas a Catalina no le satisfacía su matrimonio, le desagradaba el cuerpo de su esposo y buscaba pasatiempos amorosos en cualquier lugar. Comenzó un galanteo con un apuesto pariente lejano de nombre Thomas Culpeper. Mientras su relación avanzaba, viejos huéspedes de la casa de su abuela entre ellos sus antiguos amantes Mannox y Dereham se acercaron a Catalina. Para conseguir su silencio los contrató.
Para el año siguiente los rumores sobre la mala conducta de la reina aumentaron. Uno de sus antiguos acompañantes reveló la relación que la reina había mantenido con Francis Dereham. En un principio, el monarca Inglés no quiso creerlo hasta que las evidencias fueron demasiado claras para negar el hecho.
Catalina fue puesta bajo guardia escoltada de una de sus damas de compañía. Fue indagada por los consejeros del rey en nutridas ocasiones. Se habló de divorciase y expatriar a Catalina hasta que se descubrió una carta de amor que había escrito al apuesto Culpeper. Por orden del rey, los soldados de su guardia acudieron a arrestarla, al verlos, Catalina se echó a correr en busca de su esposo para rogarle por su vida, los guardias la capturaron y los testigos del arresto afirman que sus alaridos eran espeluznantes.
Se le acusó de adulterio, que en el caso de la reina significaba traición, porque ponía en peligro la sucesión. La reina fue enclaustrada en la abadía de Middlesex, se dice que intentó escapar, pero su distinguida forma de caminar la denunció, allí mismo la capturaron y la retornaron a su encierro. Thomas Culpeper y Francis Dereham fueron ejecutados.
No hubo compasión para ella, la llevaron a la Torre de Londres, para ser allí ejecutada cuando tenía apenas veinte años. La noche antes de su ejecución, Catalina pasó horas practicando como poner su cabeza sobre el cadalso. Fue ejecutada el 13 de febrero, llegando al patíbulo con decoro aunque se la veía exangüe y espantada. Antes de morir, pidió perdón a su familia y suplicó por la salvación de su alma. Su muerte fue rápida y fue sepultada en la capilla de San Pedro-ad-Vincula, junto a su prima Ana Bolena.
¡Que historia más asombrosa!, dominada por la mentira, la lujuria, las bajas pasiones y el desenfreno, aquí vemos de cerca la fornicación, el adulterio y el asesinato, todos ellos repugnantes a los ojos de Dios. Una de las lecciones que debemos aprender de esta descomunal historia, es que no es necesario esperar a ser descubierto para pedir perdón, hoy mismo lo podemos hacer, antes de que las consecuencias sean incontenibles. Sin duda, Dios es el Rey y nuestra infidelidad ofensiva a Él. La buena noticia es: su infinita misericordia.
© Chalo Jiménez, Mayo de 2008. Derechos Reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización del autor.
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