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PODER SIN AUTORIDAD

Escrito por: Luz Miriam Scarpeta

“Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” Hebreos 12:2

Cada vez se hace más común en el mundo el abuso del poder, las cifras son alarmantes. Dos siglos después del inicio de la abolición de la esclavitud, todavía existen 27 millones de personas tiranizadas en el mundo. Ninguna conoce la libertad.

De acuerdo con el diccionario, El abuso de autoridad es asociado comúnmente al uso de un poder otorgado por la posesión de un cargo o función, pero de forma tal que este uso no está dirigido a cumplir las funciones atribuidas a ese cargo, sino a satisfacer intereses personales del individuo que lo ejerce. Por otro lado, el abuso de autoridad es reconocido en figuras que ostentan poder físico en la sociedad.

Lamentablemente, dentro de la definición de autoridad no hemos incluido una palabra que es definitiva en este asunto: El ejemplo. La autoridad sólo se gana con el ejemplo, si vas a exigir valentía, sé el primero en entrar en la batalla, si vas a exigir rectitud, sé honesto en todo lo que haces. Con un cigarrillo en la boca no puedes tratar de convencer al mundo que no debe fumar.

Jesús nunca abuso de su condición Divina y nunca la uso como argumento para ordenar a sus discípulos hacer algo que Él no hubiera hecho primero. La invitación de Jesús a Pedro para caminar sobre las aguas, fue precedida del ejemplo.

Es usual encontrar en el pueblo del Señor, todo tipo de abusos de autoridad, por parte de “hombres de Dios” poco conocedores de la Palabra de Dios ó poco temerosos de la misma. Cuando se percatan de nuestro firme propósito de permanecer en la voluntad de Dios, se acentúan sus demandas, sin considerar que la autoridad les ha sido otorgada para edificación y no para destrucción, por lo menos eso es lo que afirma el Apóstol Pablo al defender su ministerio: “No me avergonzaré de jactarme de nuestra autoridad más de la cuenta, autoridad que el Señor nos ha dado para la edificación y no para la destrucción de ustedes”. 2 Corintios 10:8

La Palabra de Dios nos confronta cuando estamos a punto de sublevarnos y tomar nuestras propias decisiones lejos de la voluntad Divina, nos recuerda que debemos entregarnos a aquel que juzga con justicia. Nuevamente El Salvador nos sirve como ejemplo: “Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia” 1 Pedro 2:23.

La autoridad de las enseñanzas de Cristo es indiscutible, porque Él siempre dio el primer paso en cada asunto.

Tal vez te halles en una situación de injusticia, abuso o maltrato, seguro has estado orando por mucho tiempo para que termine la esclavitud a la que te ves sometido por autoridades que Dios ha permitido en tu vida, y seguramente no has visto que tu oración tenga eco en el reino de los cielos. Te invito para que esperes con paciencia, porque aunque parezca tardar, Dios sin falta actuará. Puede pasar mucho tiempo sin ver la respuesta, pero espera porque en El Señor hay amor inagotable, Él es el mismo ayer, hoy y siempre, el Dios al cual clamas hoy es el mismo que oyó los gritos desesperados de su pueblo Israel cuando era esclavo en Egipto.

Aquellos que se encuentran en posición de autoridad deben sentir temor y temblor delante de Dios, a ellos se les demandará por sus acciones, Dios mismo les pedirá cuentas de sus abusos, sus caprichos y orgullo.

Dios es fiel, y nos llama “la niña de sus ojos”. Hemos sido testigos y hemos tenido que soportar disparates absurdos y barbaridades de todo tipo en muchos personajes en posición de autoridad, muchos de ellos enseñan a hacer el bien, practicando el mal. Hacen exigencias que ni siquiera ellos mismos son capaz de cumplir.

Aquellos que de manera incansable buscan ser respetados y reconocidos por su posición y que a cualquier precio hacen valer una autoridad que no tienen, no se han esforzado lo suficiente para ser cuidadosos de los pequeños detalles que anulan todo viso de autoridad en una persona. El ejemplo y sólo el ejemplo dará autoridad, el resto sólo es poder fundamentado no en el respeto sino en el miedo.

A los que están a punto de retroceder, a los que quieren abandonar, a los que quieren renunciar, los invito a continuar, con la mirada puesta en Jesús, el que llena nuestro corazón, el que nos defiende, el que nos ayuda, nuestro refugio, nuestro más alto escondite, nuestro consuelo y nuestra fortaleza. ¡Cobra Ánimo!

Oremos por nuestras autoridades, nuestros enemigos, nuestros opresores y con esto daremos honra al Dios de la gloria. “Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten las penalidades, aun sufriendo injustamente” 1 Pedro 2:19.

Nuestro amado Jesús momentos antes de ser apresado, en medio de la más terrible angustia, le oró a su Padre y le dijo: “Padre, glorifica tu nombre” Esa debe ser nuestra bandera en medio de la opresión y la injusticia: Padre glorifica tu nombre. Juan 12:27-28

A los que están ocupando el puesto de honor que Dios les ha dado al concederles autoridad en los diferentes roles de sus vidas, los invito a reflexionar sobre la gran responsabilidad que tienen sobre sus hombros, a ser temerosos de dirigir mal el rebaño que les ha sido asignado o impartir ordenes con un fundamento diferente al de la voluntad de Dios. Recuerden siempre arriba de un alto oficial hay otro más alto y todos tendremos que dar cuentas ante Dios sobre nuestras decisiones.

“Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía” Salmo 37:5-6


© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.

Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización del autor.

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