Escrito por: Myles Munroe
Esto no es un libro religioso es un libro acerca de un concepto que fue introducido en el principio de la creación del hombre. Ese concepto es la fuente de la búsqueda humana, y su ausencia es la razón por la qué el hombre “invento” la religión. Antes de discutir este concepto dinámico, es necesario referirse al documento donde fue introducido primero. En el "el libro de principios," el primer libro de Moisés, el gran escritor hebreo y el luchador, estas palabras explican la razón para la búsqueda de la humanidad del propósito y el poder: “y dijo: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo” (Génesis 1:26)
Esta declaración documenta la confesión más importante jamás hecha con respecto a la humanidad. Declara el motivo, la naturaleza, el propósito, y el mandato detrás de la creación de la humanidad. Esta declaración marca que, el dominio es el propósito para la creación y existencia del hombre. La palabra "dominio" aquí se traduce en hebreo mam-lakah, que puede ser traducido también como "el reino," "la regla soberana," o el "poder real". En esencia, la humanidad fue creada para reinar sobre la tierra.
La primera cosa que le fue dada al hombre por su Creador fue un "reino". Esta tarea y mandato inicial del "reino" es el propósito primario del Creador y el motivo para Sus criaturas humanas. El dominio pone la armazón para todos los deseos, para las pasiones, y para las actividades de la humanidad y es la llave a su cumplimiento y la paz personal y corporativa. Es también la base y fuente de su necesidad de controlar y gobernar su ambiente y las circunstancias. Es este mandato del reino que hace valida el deseo del hombre para el poder. El poder es natural al espíritu humano.
El fracaso de la humanidad por la desobediencia a su Creador tuvo como resultado la pérdida de su dominio sobre la tierra. El perdió su mandato del reino, su regalo del poder divino. En resumen, el hombre perdió su reino. Es importante notar aquí cuándo el hombre cayó en desgracia, él perdió un reino, no una religión. El perdió el dominio sobre la tierra; él no perdió el Cielo. Por lo tanto, la búsqueda de la humanidad no es por una religión ni por el Cielo, sino por su reino.
De ahí que la religión nunca puede satisfacer el hambre profunda en el corazón del hombre. La religión en si misma es la búsqueda. Ninguna religión puede sustituir el reino o llenar el vacío en el alma del hombre. El hambre del corazón humano es por el reino perdido.
Una cuidadosa y honesta mirada a la Escritura bíblica revelará que el mensaje fundamental de este Libro bastante malentendido se trata de un Rey y un Reino. La Biblia no es principalmente acerca de una religión ni rituales, es acerca del establecimiento de un reinado en este planeta del reino celestial. Se trata de un proyecto divino de la directiva de los cielos por la humanidad en la tierra. En términos prácticos, la Biblia se trata de una familia real puesta bajo el mandato de colonizar la tierra. Esta tarea del reino es la prioridad del Dios Creador y el objeto de la búsqueda inherente de la humanidad.
Creo que nadie que ha vivido jamás ha sido tan malentendido más que el joven maestro que nació, no por preferencia pero por la promesa, por la línea del Antiguo Testamento del patriarca hebreo Abraham—Jesús el Cristo. El mal-entendimiento de Jesús ha causado que los musulmanes lo rechacen, que los hindúes sospechen de El, que los budistas lo ignoren, que los ateos lo odien, y los agnósticos lo nieguen. Pero además los que reclaman representarle—los cristianos—lo han malentendido y, por lo tanto, lo han tergiversado.
Si mi última declaración le suena extraña a usted, permítame animarlo a leer el resto de este libro antes de cerrar su mente a esta posibilidad. En mi propia vida yo he tenido que enfrentarme con Mis propios defectos personales relacionados a mi comprensión de Jesús y Su mensaje. Este libro demostrará sin duda que el mensaje de Jesús, la tarea, la pasión, y Su propósito no fueron la de establecer una religión llena de rituales y reglas sino reintroducir un reino. Todo lo que Jesús dijo e hizo—Sus oraciones, las enseñanzas, las sanidades, y los milagros—fueron enfocados en un reino, no en una religión. Jesús fue un preocupado por el Reino; fue Su prioridad absoluta, Su mandato celestial. Esos a quien El vino primero, los judíos, mal-entendieron a Jesús y lo vieron como un rebelde, un inadaptado, y un fanático. En sus mentes El fue, a lo más, un rabino equivocado que esparce herejías y contaminó las enseñanzas y leyes de Moisés y el judaísmo. En verdad, ellos habían reducido el mensaje de Moisés a una religión sofisticada donde la observancia estricta de la ley llegó a ser más importante que el propósito original de esa ley. Y ellos esperaron que Jesús hiciera lo mismo. La intención original del mandato de Dios a Moisés no fue la de establecer una religión sino una nación de personas que adorarían, servirían, y honrarían a Dios—un "sacerdocio real [y] una nación santa" (1 Pedro 2:9).
El musulmán Lo malentiende como simplemente otro en una línea de profetas que fue un gran maestro, un hombre bueno, y un gran profeta, pero que fue insuficiente y falló al entregar el trabajo de la redención de la humanidad. El hindú Lo malentiende como un maestro bueno, un hombre bueno, y apenas otra deidad para añadir a su lista de Dioses para proporcionar un servicio en su necesidad para la seguridad espiritual. El ateo, el agnóstico, y el humanista lo ven como un mero hombre, una figura histórica, quien un grupo de hombres equivocados transformaron en un Dios y un objeto del culto. Ellos reconocen que Jesús existió pero niegan cualquiera de Sus milagros así como Su divinidad. Los medios, los científicos, y los laicistas Lo ven como objeto legítimo para la investigación y crítica. Ellos Lo reconocen como un sujeto interesante para argumentos, para teorías, para discusión, y para los debates al ignorar Sus reclamos y cuestionar Su validez divina, integridad, y a veces, Su existencia misma.
Los Cristianos Lo han malentendido como el fundador de una religión y han transformado Sus enseñanzas y Sus métodos de Principios de Reino y de Sus actividades en rituales y costumbres. Muchos han reducido aún Su mensaje a nada más que un plan escapista para llegar al cielo y Sus promesas como una mera política de seguro contra incendio para escapar a los dolores de un infierno que atormenta.
Un estudio y una sencilla revisión de Su encargo y la prioridad revelan que Jesús tuvo sólo un mensaje, un mandato, y una misión—el regreso del reino de los cielos a la tierra. Desde el principio, Jesús hizo claro que la mayor necesidad de la raza humana, y la única solución al dilema de la humanidad, fue el reino de los cielos. Sus primeras declaraciones públicas revelan esta prioridad del Reino: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar: Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca” (Mateo 4:17). “Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece” (Mateo 5:3).
El primer anuncio de Jesús fue la llegada del reino de los cielos. Su solución al espíritu desnutrido y quebrado del hombre no fue una religión fue el reino de los cielos. Es decir, si usted esta espiritualmente pobre, sólo el Reino satisfará y cumplirá su hambre. El Reino es la prioridad de Dios y debe llegar a ser nuestra prioridad así debemos vencer la confusión de las religiones y la amenaza de la autodestrucción.
Tomado del libro "Los Principios del Reino" Myles Munroe
© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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