Escrito por: Tommy Tenney
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que usted envainó su espada y tomó una toalla? El reino de Dios es edificado por siervos. Empiece a limpiar las suciedades de los pies de su hermano. Si Él lo hizo, ¡debemos hacerlo también! Pongamos en práctica el servicio. No olvidemos que el símbolo de su reino es una toalla.
El poder secreto de la toalla
El secreto de la verdadera autoridad en la tierra a pesar de ser tan mal entendido como lo es una toalla y no una espada. Debe llegar a ser nuestra arma primordial predilecta contra los enemigos terrenales según reservamos la espada para usarla contra los principados y poderes terrenales que operan a través de las personas.
Jesús nunca atacó a los individuos; Él trató directamente con el poder detrás de ellos. Cuando Jesús le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” Él miró más allá de Pedro y se dirigió a la verdadera fuente motivadora.
Jesús esgrimió la espada de Dios rápidamente contra la mentira de Satanás, pero no le hizo daño a Pedro. Las acciones del Señor en el incidente con Pedro ilustran el versículo en el libro de Hebreos que dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4: 12)
Jesús nunca reprendía al pecador, pero era rápido y cortante cuando se trataba del espíritu de hipocresía que opera a través de personas religiosas. Él estaba presto a reprender las acciones de los religiosos farisaicos, mientras que nosotros somos raudos a reprender a los pecadores. Es ese un ejemplo del uso de la espada de la Palabra de Dios en la esfera equivocada. Jesús se hizo siervo de los pecadores en tanto que mantenía su rango de Señor y Rey sobre los espíritus inmundos que operan a través de huestes humanas.
Es importante que hagamos esa distinción. Las personas no son nuestras enemigas; Dios nos envió a servir a las personas así como nuestro Señor nos sirvió a nosotros. Es hora de que envainemos nuestra espada y tomemos una toalla. La toalla es el símbolo de nuestro Salvador en la tierra, “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:7). El Hijo de Dios se ciñó una toalla, les lavó los pies a sus discípulos y se convirtió en siervo de todos. Ese es nuestro modelo y la fuente de verdadera grandeza. Si nuestro Señor echó mano de la toalla, quizá sea hora de que hagamos lo mismo.
Si queremos ver que la voluntad de Dios se haga en esta esfera como se hace en las regiones celestes, entonces debemos despojarnos de nuestra pretensión religiosa y humillarnos. Debemos hacernos siervos a fin de suplir las necesidades de los que nos rodean. Al combinar el uso apropiado de la toalla de siervo en la esfera terrenal con el de la espada en la esfera celestial, ¡veremos al infierno sufrir grandes derrotas, desmembraremos el reino de tinieblas de Satanás y arruinaremos las puertas mismas del infierno en tanto que remembramos el cuerpo de Cristo.
©Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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