Escrito por: Chalo Jiménez
“Como los israelitas no sabían lo que era, al verlo se preguntaban unos a otros: « ¿Y esto qué es?» Moisés les respondió: —Es el pan que el Señor les da para comer.” Éxodo 16:15
El Man hu fue el principal alimento de los israelitas durante los cuarenta años de peregrinación por el desierto. Man hu, que en hebreo significa ¿y esto qué es?, fue la pregunta que se hizo el pueblo de Israel cuando recibió el maná del cielo y es así como nosotros hoy recibimos las bendiciones de Dios, con desagrado, porque nos parecen insuficientes y lejanas con respecto a lo que estábamos esperando y al igual que el pueblo de Israel, muchas veces, sin haber probado la bendición ya la estamos rechazando y hasta murmurando de ellas. “Entonces el Señor le dijo a Moisés: voy hacer que les llueva pan del cielo. El pueblo deberá salir todos los días a recoger su ración diaria. Voy a ponerlos a prueba, para ver si cumplen o no mis instrucciones.” Éxodo 16:4
Jesús nos fue prometido como pan de Vida, pero la incredulidad lleva al pueblo de Dios a murmurar de sus promesas, sin embargo, El en su infinita misericordia nos perdona y nos brinda la posibilidad de arrepentirnos, porque sólo así podremos ver Su gloria en medio del desierto. Éxodo 16:10.
El Maná, visto desde la perspectiva del hombre parece más un problema que una bendición, porque es mirado con ojos viciados por el dolor, la esclavitud y el pecado y no con la conciencia de que lo que Dios nos da es bueno, agradable y perfecto.
El Mana contiene toda la bendición de Dios en nuestra vida, pues proviene directamente de sus manos, en forma de lluvia como símbolo de restauración, con un sabor dulce como la miel y como representación de la bendición. Blanco, como símbolo de pureza y de santidad. Brillante, como la resina, una especie de bálsamo, con propiedades medicinales como muestra de que Dios da sanidad a un pueblo que se vuelve a El. La salvación es sanidad. Pequeño, como una semilla de cilantro, pues hay bendiciones que parecieran pequeñas e insignificantes en su forma pero que en su fondo son lo más grande que Dios nos pueda regalar. Perdurable, El maná alcanzó para cuarenta años. Y finalmente con sabor a pan amasado, en representación de Jesús como pan de vida, molido, amasado por mi pecado, amasado con aceite, el cual es símbolo de la unción del Espíritu Santo.
La provisión de Dios es oportuna, suficiente y constante. La Biblia nos enseña que los pensamientos de Dios, no son mis pensamientos y que Sus caminos no son mis caminos. ¿Por que mejor no confiar en El?
La invitación hoy es a cambiar la perspectiva para recibir las bendiciones de Dios, seamos espirituales y tengamos un corazón agradecido, entendamos que Dios conoce perfectamente nuestras necesidades y nos envía exactamente la provisión que pueda suplirlas. Así que revisa el maná que Dios ha enviado sobre tu vida y entenderás que eres una persona grandemente bendecida.
“Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan. —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed” Juan 6:32-35
© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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