Escrito por: Chalo Jiménez
"Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos." Juan 15:13
"Rescatando al soldado Ryan" (Saving Prívate Ryan) fue la película más premiada en 1998, ganadora de 5 Premios Oscar, es considerada por muchos como la mejor película bélico-dramática que se ha hecho. Transcurre durante la batalla de Normandía luego del desembarco de las tropas aliadas en las playas francesas "el día D" histórico día, el 6 de junio de 1944, durante
Los comandantes descubren que han muerto tres hermanos de una misma familia y que un cuarto hermano deambula por ahí, en Normandía, y no saben si se halla vivo o muerto. El soldado se llama James Francis Ryan (Matt Damon). El general George C. Marshall se compromete a traerlo de vuelta a casa, pero no sabe en dónde está, sin embargo tienen que cumplir con la misión de salvar al Soldado Ryan y entregárselo sano y salvo a su madre en Iowa.
Al capitán John H. Miller (Tom Hanks) se le asigna la misión de encontrarlo con una pequeña escuadra de 8 valerosos hombres, quienes habrán de sobrevivir luego de sortear todo tipo de desafíos. La escuadra sufre diversas adversidades durante la búsqueda, pierde hombres, y todos se cuestionan la racionalidad de la misión.
Cuando logran dar con James Ryan, éste se encuentra comprometido con la defensa de un puente que puede ser vital para la conquista de Normandía, es un punto neurálgico, y decide quedarse, negándose a ser aislado del conflicto, sustentado en el argumento de que los soldados son sus otros hermanos y no va a abandonarlos. Bajo esta premisa, deciden quedarse a proteger este sitio en tanto llegan refuerzos que les permitirá cumplir su misión de salvar a Ryan y posiblemente ganarse su boleto de regreso a casa. En dicha defensa, el capitán John Miller jefe del salvamento cae herido, ya moribundo le da a Ryan al oído un mensaje que lo marcaría por el resto de su vida: Sea digno de esto…gáneselo.
54 años después en el "Normandy American Cemetery and Memorial", lugar donde Los caídos norteamericanos en Normandía están enterrados, James Ryan llora frente a la tumba de quien comandó al pelotón comisionado para rescatarlo; allí interpela a su esposa: "¿dime que he vivido dignamente, que he sido un hombre bueno?". La esposa contesta: Lo eres. A diario me pregunto dice Ryan: ¿seré digno del sacrificio de mis mayores para que yo sencillamente, fuera? ¿Estaré obrando de tal forma que ellos, los idos y quienes aun viven, así no estén a mi lado, se sienten orgullosos de mis faenas?
Habitábamos degenerados y agónicos en el campo de batalla de la vida, sin ninguna posibilidad de ser libertados. Existíamos solos, ya nuestra estancia en esta tierra no tenía expectativas. Pero Jesucristo estuvo dispuesto y preparado para venir a buscarnos. Él sabía por lo que tenía que pasar, sufrimiento y dolor serían las consecuencias del dificultoso trabajo de salvarnos. Cristo asumió con plena conciencia la soledad, los escupitajos, los golpes, la traición, la burla, la pesada cruz, los latigazos, los clavos oxidados, la angustia de estar colgado, la corona de espinas, la aterradora carga de tus pecados y los míos, que tenía que vivir, y aún sabiendo todo eso, Él eligió venir a encontrarnos. Él salió de la seguridad y tranquilidad del Cielo, para presentarse a buscarnos, como el soldado de infantería, que nos enseña toda la belleza de la lucha del guerrero, en medio de toda la miseria humana y el afloramiento de los más salvajes instintos. Él estuvo como cualquier soldado, que podría pertenecer a cualquier ejército y cualquier época. Esta realidad es una "película" mas sangrienta y de una crudeza inusitada. Jesucristo murió solo porque quería rescatarnos. Lo hizo porque nos ama con amor infinito e incomprensible. Nada puede opacar la realidad del amor de Jesucristo.
Hoy es el día de postrarme frente a la cruz de Cristo, aquel que comandó la misión para rescatarme; allí debo interpelar a quien vive conmigo, esposa, hijos, padres: ¿dime que he vivido dignamente, que he sido un hombre bueno? ¿Cual sería la respuesta de ellos? A partir de hoy me preguntaré a diario: ¿seré digno del sacrificio de mi Señor para que yo sencillamente, fuera? ¿Estaré obrando de tal forma que ellos, los idos y quienes aun viven, así no estén a mi lado, se sientan orgullosos de mis faenas?
Será que cuando Cristo venga a tocar a nuestra puerta, para rescatarnos ¿lo vamos a rechazar?
La única manera que encuentro para terminar esta reflexión es diciéndote al oído: Sé digno de la salvación.
Hebreos 9:12b "No lo hizo con sangre de machos cabrios y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno"
© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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