Escrito por: Luz Miriam Scarpeta
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” 1 Corintios 2:14
Antes de reconocer a Cristo como Señor y Salvador de nuestras vidas, creíamos, porque así lo aprendimos, que la felicidad radicaba en la satisfacción de los deseos del cuerpo y del corazón. Pero cuando la verdad es revelada a nuestra vida, aprendemos que es más importante preocuparnos por el área espiritual. Se trata de mirar más allá, disfrutando lo pasajero de esta vida, pero guardando el no afectar lo realmente importante, lo eterno, lo que permanece: El Espíritu.
Es un asunto de decisión. Una vez que cada persona se ha permitido disfrutar de los placeres del corazón, del cuerpo y del espíritu, tendrá la capacidad de decidir el enfoque que le quiere dar a su vida y decidir poner al mando a uno de los tres: Cuerpo, alma o espíritu.
Quien se decide por el cuerpo, da rienda suelta a sus bajas pasiones y se rinde a los placeres que éste ofrece; otros decidirán por el alma y permitirán que los rectores en su vida sean los pensamientos y las emociones; por último están los que viven por el espíritu, son aquellos que viven en función de hacer la voluntad de Dios, apartándose de los deseos de la naturaleza pecaminosa.
La elección de uno, no excluye a los demás, es sólo que el elegido será el que decida como se moverán los otros dos. Cuando se tiene el privilegio de descubrir el camino que te hará feliz y decides caminar por el, entonces tendrás suficiente para llevar de tu felicidad a los demás.
Cuando conocemos quien está al mando en la vida de las personas, es más fácil para nosotros entender las decisiones que toman y sus comportamientos. El error en el que caemos, es el de no ser capaces de elegir a uno, es la comodidad de poner al mando a los tres (Cuerpo, alma y espíritu) y no responsabilizar a ninguno. El tratar de llenar los tres, sólo puede dejar la sensación de vacío y ausencia de plenitud en todos ellos.
Así que, para los hijos de Dios, debe estar claro que de las tres áreas que conforman nuestra vida, nuestra prioridad ha de ser la espiritual.
“Así que les digo: Vivan por el Espíritu y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu y el Espíritu desea lo que es contrario a ella” Gálatas 5:16
Una buena pregunta para reflexionar hoy es: ¿Quién está al mando en tu vida?
© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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