Escrito por: Chalo Jiménez
“Puse en el señor toda mi esperanza; el se inclino hacia mi y escucho mi clamor. Me saco de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me planto en terreno firme.” Salmo 40:1,2
Hay una terrible estación en la vida, cuando nos encontramos completamente abatidos, derrotados, desesperanzados, nadando en un pantano de pecado y perdición, enlodados por la culpa y muertos en vida. Ese es el preciso instante en el que comienza el conflicto entre la razón y la fe, como seres integrales la razón es necesaria, el conflicto es de la razón obrando en un esquema mental de incredulidad y rebelión contra Dios, cuando confiamos solo en nuestra capacidad de resolverlo todo y la fe intenta creer en un Dios desconocido, pero hay que tener esperanza en aquello que no vemos y que ha sido prometido: “Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás” Deuteronomio 4:29
Al recibir por la fe la salvación, adquirimos la esperanza de la gloria celestial. La fe confía en la seguridad de la promesa, la esperanza mira hacia la cosa prometida. La fe es la evidencia, la esperanza es la expectación de las cosas que no se ven. El camino hacia la gloria es duro y áspero, la tarea ardua, necesitamos esperar. La esperanza es una firme ancla para el alma, Hebreos 6:19. Si hay esperanza hay tranquilidad y descanso, Job 11:13,20
Para tener esperanza necesitamos ejercitar la constancia y la paciencia.
Ahora bien, estas dos virtudes solo se consiguen a través del clamor, esa voz que indica aflicción, ese grito que se expresa con vigor y esfuerzo. Es como una licuadora espiritual donde se mezclan las tristezas y el gozo, allí hay gritos de alegría y voz de llanto, tristeza por fallarle al tres veces santo y la alegría de Su gracia y Su perdón. Esdras 3:13
Gracias Señor por sacarnos de la fosa de la muerte, en la cual muchos estábamos sumidos por el pecado, Romanos 6:23. Gracias Cristo por anular el poder de Satanás en nuestra vida, que nos tenía cautivos del temor, Hebreos 2:14.
El Señor no solo nos saca de una vida de perdición sino que pone nuestros pies sobre una roca: Jesús. Nos planta en un terreno firme lleno de bendiciones y prosperidad. No caigas en la trampa en la que cayo el pueblo de Israel, una vez el Señor los saco de Egipto, pensaron en un Dios duro que los libró de morir a manos del faraón para morir en un desierto. Sin dudas necesitamos estar preparados para la bendición, los desiertos y las pruebas en muchas ocasiones son las herramientas de Dios, no te olvides
El todopoderoso pone en mis labios un cántico nuevo de gratitud para su Gloria, porque todo le corresponde a aquel por el cual todas las cosas fueron creadas. Nada es nuestro todo es para Él, somos dueños de nada y responsables de todo, por que todo le pertenece, el poder, la gloria y la victoria.
De nuestro Padre Amado salimos y a Él debemos volver. El creador de lo visible y lo invisible nos hizo y para Él somos. Apréndelo, compártelo, disfrútalo, grítalo, porque sin Cristo nada somos y para nada servimos.
© Chalo Jiménez 2008. Derechos Reservados.
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